[Retrospectiva] Vasco da Gama – 1983 – «Vasco da Gama»

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En 1982, el guitarrista portugués Carlos Jorge Miguel volvió a su país después de haber estado un tiempo en Francia, donde había formado parte de varios proyectos musicales. Con la idea de seguir sus actividades musicales en tierras lusas, publicó un aviso en una revista de música local, que fue respondido por el bajista Tó Andrade. Andrade había formado parte de la Go Graal Blues Band (grupo portugués de blues que, al parecer, era conocido por componer sus canciones en inglés, toda una rareza para la época) y rápidamente encontró un sonido en común con Miguel, dando inicio al grupo. Al bautizarlo, eligieron el nombre «Vasco da Gama», en referencia al explorador portugués que descubrió la ruta para llegar a la India desde Europa, la misma que buscara Cristóbal Colón en sus viajes. Más tarde se les sumaron el cantante Luis Sanches y el baterista Orlando Levezinho.

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Por esa época, la escena portuguesa del heavy metal recién se estaba formando, y aunque Vasco da Gama estaban lejos de ser la primera banda del género en su país, ciertamente no eran mucho más jóvenes que otros pioneros de la escena como NZZN, Xeque Mate, Mac Zac (que luego pasaran a ser Tarántula) y Atomic Mushrooms. Era un ambiente de poca experiencia, completamente subterráneo y donde tanto las bandas como los fanáticos tenían pocas posibilidades de ir a conciertos fuera de sus ciudades natales. Lo mismo se podía sobre toda la escena musical del rock, siendo que entre 1926 y 1974 el país había vivido el periodo de la Dictadura Nacional, que había impedido un gran desarrollo de este tipo de música popular. Sin embargo, que fuera una escena dentro de todo chica daba lugar para cierta experimentación.

El primer recital de Vasco da Gama se dio el 14 de enero de 1983 en el Rock Rendez Vous, un desaparecido local de la ciudad de Lisboa que es considerado una leyenda dentro de la escena del rock portugués por la cantidad de grupos famosos que comenzaron tocando ahí, equivalente al CBGB estadounidense o el Cemento argentino. El recital fue presenciado por un representante de Discossete, una casa discográfica portuguesa fundada en 1981, quien fue invitado por la banda y que les ofreció un contrato al poco tiempo, así que para junio de 1983 Vasco da Gama, ahora con el baterista Virgilio «Gil» Marujo reemplazando a Levezinho (algo que estaba planeado desde el principio), ya estaba grabando su disco debut autotitulado, con Miguel y Andrade encargándose de la producción.

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Considerando la época y la ubicación geográfica, uno esperaría encontrarse una fuerte influencia de la Nueva Ola del Heavy Metal Británica apenas apreta play, y eso es claramente lo que uno se va a encontrar, aunque no sea obvio a primera escucha cuando arranca «Avé Rei do Mal», una canción con un fuerte apoyo en las melodías vocales y de guitarra. Suena sorprendemente trabajada y el estribillo se te queda en la mente a las pocas escuchas. ¿Acaso esperaba otra cosa? En parte sí, podría decir que esperaba un sonido más cercano al de «Confusão ou Ilusão», el segundo tema: es una onda más aguerrida, de cierto regusto punk. Hasta las letras van por ese lado: Metal-Archives dirá que las letras tratan sobre historia y mitología portuguesa, pero aunque mi portugués es inexistente la frase «forças policiais» en la canción ya debería ser un indicativo del camino que llevan las letras.

«Varinaice» (adaptación fonética de la frase «Very Nice») suena muy cercana al Iron Maiden con Paul Di’Anno en las voces, mientras que «Lendas e Mitos» tiene hasta cierta onda Black Sabbath, con su ritmo a medio tiempo y sus riffs ultra marcados, al punto que el riff al principio me recuerda a algún riff de la banda inglesa, aunque no pueda recordar con exactitud cuál.

Después de un Lado A fuerte, el Lado B pierde un par de puntos con respecto al anterior, aunque sea dentro de todo sólido. «Feijão Verde» es un hard rock agradable aunque no muy memorable, mientras que «Rock’n Rosseau» es un rock’n’roll con cero heavy metal, con mucho énfasis en el piano y los acompañamientos de palmas, que la hacen por lejos la canción más extraña del álbum, con un ritmo casi rockabilly. No me disgusta, pero queda completamente fuera de lugar en medio del disco, y casi parece un relleno.

Por suerte el disco recupera el nivel en sus dos últimas canciones: «Vasco da Gama» (la canción) vendría a ser el himno de la banda, con su apoyo en los coros de varias voces que recuerda a un Accept menos pesado y más melódico. Al final cierra «Morte», que haciendo honor a su nombre arranca con la «Marcha Fúnebre» de Frédéric Chopin, y que es la más larga y lenta del disco, con un riff oscuro pero manteniendo el sentido de énfasis en las melodías de las otras canciones.

El álbum suena dentro de todo bien, con cada instrumento sonando claro y en su lugar. No creo que tuvieran un gran presupuesto para el álbum, pero parece que hicieron lo mejor con lo que tenían. Obviamente tiene detalles extremadamente ochentosos, pero eso es algo que ya es de esperar con esta clase de álbumes (casi diría que muchos buscan precisamente esa ochentosidad al momento de acercarse a estos discos).

«Vasco da Gama» es un disco que demuestra algunas falencias, con su Lado B claramente inferior y un par de temas que suenan un tanto de relleno, además de que ninguno de los músicos (con excepción de unos buenos solos por parte de Miguel) haga algo que de verdad vaya a volarle la cabeza a alguno. Pero tiene también muchas virtudes, y el Lado A y el par de temas rescatables del Lado B son suficientes para dar un resultado positivo al álbum.

Claramente Vasco Da Gama era una banda que tenía un gran potencial, con buen gusto al momento de buscar la melodía (algo que es más difícil de encontrar de lo que parece). Y parece que todo le sonreía al grupo, logrando ser teloneros de Diamond Head cuando tocaron en Portugal en 1984, y en 1988 participaron de un compilado de su sello junto a las bandas Ibéria y Samurai, aportando tres canciones ya publicadas en su disco. Pero no habría segunda oportunidad para el grupo: «Vasco da Gama» sería el único álbum de la banda, que se terminó separando. ¿Cuándo? No tengo la más mínima idea: casi cualquier rastro del grupo parece haberse esfumado después de 1988, con excepción de una mención de la muerte de Tó Andrade en 2015. ¿Se separaron por peleas de los miembros? ¿El disco no tuvo éxito? Vaya uno a saber, porque en esta ocasión encontré todavía menos datos que con Asparez, y eso es bastante decir.

«Vasco da Gama», el álbum, se convirtió en una toda una pieza de colección, con una copia llegando a los 176 euros en Discogs y con algunas a incluso 400 euros, algo obviamente provocado por la ausencia de cualquier reedición. Pero después de más de 35 años, y en un evento que recién me enteré al momento de comenzar a escribir este texto, que el sello Carbono reeditó el álbum este año, no sólo en vinilo sino también  en CD, la primera edición del álbum en ese formato, incluyendo como bonus un par de canciones grabadas en vivo en el Rock Rendez Vous. Es una oportunidad más que valiosa para echarle un vistazo a toda una curiosidad a esta curiosa (y destacable) del heavy metal ochentoso más under.

Fuentes:
https://portugal80smetal.blogspot.com/2011/05/vasco-da-gama.html (Toda la parte del principio es más que nada una traducción de lo escrito en esta entrada del blog «Portugal 80s Metal», por lejos la fuente más grande de información que pude encontrar acerca del grupo. También tiene imágenes del álbum y de entradas de la época).
https://www.discogs.com/artist/3659419-Vasco-Da-Gama-2
https://www.metal-archives.com/bands/Vasco_da_Gama/47872
https://www.reddit.com/r/portugal/comments/bc9llk/looking_for_help_with_portuguese_heavy_metal/ (Desde ya, un agradecimiento a los usuarios de r/Portugal, por echarme una mano con respecto a algunos datos de la época)

[Retrospectiva] Asparez (Аспарез) – 1990 – «Anathema» («Анафема»)

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Los armenios de Asparez (escrito «Ասպարեզ», en el alfabeto armenio) se formaron en 1982 en la ciudad de Yerevan, cuando el territorio todavía era parte de la Unión Soviética bajo el nombre de República Socialista de Armenia. Aunque en países dentro de la órbita soviética, como Polonia y Hungría, ya podían cortarse un par de grupos metaleros como Kat, Turbo o Pokolgép, faltaban unos años para que el género tomara fuerza en la Unión Soviética, gracias a la popularidad mundial de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico y al contrabando de música occidental que era generalizado desde hacía décadas en todo el país. En este contexto, Asparez ponían su granito de arena al conformarse como la primera banda de heavy metal de Armenia, precediendo por unos años la formación de Ayas, otro de los pioneros del estilo en la zona. Parece que al principio tocaban un estilo más cercano al hard rock, pero ya para mediados de los ochentas ya habían hecho la transición a un estilo más pesado.

No tengo mucha información acerca de lo hecho por la banda durante el resto de la década de los ochentas: Metal-Archives dice que 1985 entraron al estudio pero que las grabaciones no se publicaron de manera oficial, aunque no puedo encontrar ningún lugar donde confirmar esto. Hay un video en la página rusa Ok.ru que incluye grabaciones de la banda en un videoclip, aunque no tengo idea de en qué año se grabaron. Y parece que participaron de la banda sonora de “Black Holes”, un corto de 25 dirigido por los armenios Arsen Azatian y Narine Mkrtchian y estrenado en 1989. Sí, no hay mucho con lo que trabajar, pero son las cosas de ponerse a investigar este tipo de grupos, y la barrera idiomática que plantea que casi toda la información esté en ruso o armenio.

De lo que sí estoy seguro es que en 1990. ya durante los últimos tiempos del régimen soviético, Asparez lograron editar su álbum debut. No pudo ser el primer álbum editado por una banda armenia gracias a que Ayas editaron «Yerkink u Yerkir» dos años antes, pero lograron ser la primera banda armenia editada por Melodiya, el sello discográfico que monopolizaba la edición de música en la Unión Soviética. Algo es algo, dice la gente.

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Grabado durante 1988, «Anathema» (título original: «Анафема») presenta a una banda dedicada completamente al sonido del heavy metal británico de principios de los ochentas: Saxon, Tygers Of Pan Tang, Judas Priest, el Black Sabbath de Ronnie James Dio y hasta Angel Witch, entre otros. Incluso hasta podría mencionar una comparación con una banda argentina como Bloke, aunque sea sólo por tener influencias en común. “Ochishchenie” arranca el álbum con una marcha acelerada y el doble bombo marcando el tiempo (cortesía del baterista David Oganjanian, que hoy en día es un famoso cantante melódico pop, y quien también oficiaba de «director musical» de la banda), con las guitarras riffeando y de vez en cuando dibujando melodías serpenteantes que logran darle cierto sabor “exótico”, a falta de una mejor palabra, mientras unos teclados discretos acompañan.

Las voces tiran para el lado más agudo, pero es bueno señalar que nunca se “quiebran” y siempre están bastante claras, sin que parezca que el cantante esté forzando la voz, con una capacidad técnica rara de encontrar entre estas bandas del bloque soviético. Al parecer, en el disco grabaron dos cantantes diferentes, uno el cantante original Garik Martirosyan y el otro Jean Dilbaryan, quien entró durante los dos últimos años del grupo. Al parecer, esto se dio porque las canciones se grabaron a lo largo del tiempo y justo hubo un cambio de formación en el medio, aunque no sé cuál está en cada canción.

Esta velocidad inicial no se vuelve a repetir hasta “Lzhivaia Igra”, mientras que el resto de las composiciones se apoyan en medios tiempos acelerados y ritmos mucho más marcados de corte hardrockero, que por momentos recuerdan a lo hecho por Accept. Puede que suene como una fórmula que pueda llegar a cansar a cierto punto, pero creo que hay bastante para destacar entre estas canciones, como “Beloe Chiornym” y sus particulares riffs trabados mezclados con un estribillo súper melódico, la marcha de “Plamia i Metall” y el gancho simple de “Sumasshedshij Vek”. Además. El álbum apenas dura 31 minutos, así que se termina mucho antes de comenzar a cansar.

Tal vez la única canción que no me termina de convencer en sucesivas escuchas es “Pechal’”, que es “la balada” del álbum y está ubicada, como es tradición, como la tercera canción del álbum. Es una cuestión de gusto personal, pero es demasiado larga y demasiado suave comparada con el resto de las canciones, y no pasa mucho como para justificarla. Puede que para algunos plantee un buen cambio de ritmo, pero para mí suena un tanto descolgada.

Otro punto negativo está en el sonido del álbum. No sé si fue por una falta de recursos o de gente que supiera trabajar de verdad con este tipo de música detrás de las perillas, pero a las canciones parece faltarles una pulida sonora importante, Me recuerda a muchos discos de muy principios de los ochentas, pero en este caso hay diez años de atraso de por medio en ese aspecto. Aunque dentro de todo los instrumentos se escuchan claros y no se tapan entre ellos, más allá de la calidad símil demo.

Hay un par de curiosidades aparte acerca del álbum. Siendo de uno de los países con una de las tradiciones cristianas más antiguas del mundo, Asparez decidieron que Anathema fuera un disco conceptual acerca de la crucifixión de Cristo. Y ya que mencionamos a la cultura armenia, las letras del álbum están completamente en armenio, más allá de que los títulos estén en ruso.

De haberse publicado un par de años antes, podría imaginarme a Anathema recibiendo la misma atención que otros álbumes de bandas de culto del bloque soviético como Master, Credo, Aria o Pokolgép. Tiene más de un par de cosas que se podrían haber hecho mejor, pero este único álbum de Asparez es un trabajo honesto en su humildad, y demuestra a una banda que de verdad sabía lo que estaba haciendo. Si sos fan acérrimo del heavy ochentoso más under, de esos que andan buscando alguna joya olvidada del under o está interesado en el metal soviético que empezaron a recibir atención gracias a la magia de la Internet, este disco es para vos.

 

Fuentes:

Retrospectiva: La carrera musical de Guillermo Vilas

 

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Guillermo Vilas es considerado el mejor tenista argentino de la historia, no por nada es el primero que se le viene a la mente a muchos al momento de hablar del deporte en el país, siendo además la persona que ayudó a popularizarlo entre el público más masivo. Tener récords como el del tenista profesional con más victorias en un año (130 en 1977) y el de mayor cantidad de títulos en el mismo periodo (16, también en 1977) avala su posición legendaria, más allá de que al día de hoy siga la polémica por no haberle otorgado el número 1 en el ranking ATP.

Si le sumamos que fue su habilidad en la cancha la que lo hizo el máximo ídolo del baterista Lars Ulrich, y la razón por la que Ulrich decidió viajar a EEUU para volverse tenista, entonces podemos decir que, indirectamente, Vilas también llevó a la formación de Metallica.

Pero bueno, este no es un blog de deportes así que nos vamos a centrar en el mundo de Vilas que no tiene tanto que ver con el tenis, y resulta que los intereses de Vilas iban más allá del mundo de las raquetas: ya en 1974 había publicado un libro de poemas titulado “125”, y en 1981 había publicado otro, titulado “Cosecha de cuatro”.

“Cosecha de cuatro” tiene la particularidad de tener un prólogo escrito por ningún otro que Luis Alberto Spinetta, y es que la relación entre Guillermo Vilas y Spinetta era extremadamente cercana, no por nada Vilas es el padrino de Dante Spinetta, y el tenista solía decir que era fan de Spinetta en las entrevistas.

Pero la relación entre Guillermo y Luis Alberto iba más allá de eso, ya que ha tenido una influencia en el mundo de la música. Fue a través de los contactos de Vilas con la CBS estadounidense que Spinetta pudo grabar “Only Love Can Sustain”, aquel disco grabado en 1978 y editado en 1980 que fue un malogrado intento para meterse en el mercado anglosajón. Y aunque al día de hoy se lo considere de los peores trabajos de Spinetta, el disco tiene la particularidad de que una de sus canciones, «Children of the bells», fue compuesta por Spinetta junto a Vilas.

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El disco se editó en Argentina como «Sólo el amor puede sostener».

Fue por esa época que, según una entrevista con Los Angeles Times, Vilas se había acercado a la música por iniciativa del fallecido tenista estadounidense Vitas Gerulaitis, otro tenista devenido en músico y quien lo hizo fan de Lou Reed y David Bowie. En 1978 se dio su primera participación en un estudio de grabación, cuando estuvo como invitado en el disco de la banda Trigger, un grupo estadounidense de hard rock que había sido descubierto por Gene Simmons, bajista y cantante de Kiss. Derek Remington, baterista de la banda, habló sobre la grabación del disco en un foro de fans del rock de los setentas, contando que Vilas se encontraba de paso por el estudio y que terminó aportando algunos aplausos en la canción “We’re Gonna’ Make It”, y que al día de hoy él, Remington, se siente molesto de que hayan escrito mal el nombre de Vilas en los créditos, donde figura como “Guillerno Vilas”.

En 1989, Guillermo Vilas se retiró del deporte, al que volvería brevemente en 1992. Ya con mucho tiempo libre entre sus manos, la idea de dedicarse a su otra pasión no sonaba descabellada. Es así que nació “Milnuevenoventa”, álbum llamado así por el año en que salió, pero que venía gestándose desde poco antes de su retiro del tenis. Y vaya que representa ese año en particular, porque hablar del disco lo revela como una cápsula del tiempo de la Argentina de los primeros años del menemismo.

Primero que nada, uno pensaría que Vilas se habría decantado por algo más cercano al rock, considerando las bandas y artistas con los que se lo relacionaba. Pero contra todas esas expectativas, “Milnuevenoventa” tiene a Vilas en un estilo cercano a la música electrónica, el techno y la música house, estilos muy de moda en Europa. Y es así que tenemos canciones bastante alejadas de las guitarras rockeras y más cercanas al “Ritmo de la noche”, a Technotronic y al eurodance.

El disco parece haber tenido varias tapas, todas con la misma foto y colores pero con pequeñas variaciones en la posición del título. (Gracias a http://fotosdechavi.blogspot.com.ar)

La labor de Vilas como cantante es casi, casi, casi decente en los mejores momentos. En varias partes ponen varias tomas de su voz al mismo tiempo para simular un poco más de fuerza. Pero estamos hablando de la etapa pre Autotune, así que dentro de todo tenías que cantar más o menos afinado, aunque sea recitando de manera medio extraña como termina haciendo Vilas varias veces.

Una de las canciones, titulada “Beso Eterno”, aparece dos veces: una en su versión original, y otra en un remix house. Por alguna razón, se decidió que el remix sea el tema número cuatro y la versión original sea el cinco, vaya uno a saber bajo qué lógica eso tiene sentido.

Otra canción destacable fue “Tú Eres Para Mí”, que abre el álbum y que puede que esté dedicada a la europea Michelle Tomasewski, novia de Vilas por esa época, quien parece ser que fue la que lo introdujo en el mundo de la música electrónica, y quien participa como cantante en algunas canciones, mostrando bastante poco dominio tanto del español como del inglés.

Y ya que hablamos del estilo del disco, bien puede que el responsable de cómo suena sea también el productor, porque el hombre detrás de la consola era Bernardo Bergeret, quien actualmente es el gerente de asuntos intenacionales del INCAA. Fue él quien produjo y editó el disco a través de su discográfica ABR. Bergeret también sería el productor detrás de The Sacados (los que hicieron la versión de “Ritmo de la noche” que tanto se relaciona con el programa de Marcelo Tinelli) y el rapero uruguayo Jazzy Mel, lo que puede explicar el estilo cercano a la música electrónica del álbum.

A su vez, Bergeret también era dueño de la Z95, radio predecesora de la Metro 95.1 y que estaba dedicada a este tipo de música, una de las primeras radios (si no, la primera) del país en promover la música electrónica. Y hablando de la Z95, Vilas llegó a presentar este disco en vivo en el Estadio Obras, en el marco de la “Buenos Aires Warehouse Party”, un festival de música electrónica armado por la radio.

Z95 editaba compilados con los éxitos del año, y fueron de los mayores promotores del disco. (Gracias a https://www.taringa.net/posts/offtopic/16624212/Recuerdos-Z95.html)

Con todo esto en mente, ¿cómo le fue al disco? Digamos que, en una entrevista, Guillermo Vilas admitió que iba a las disquerías y compraba todas las copias que podía, para hacerle creer a la discográfica que alguien lo estaba comprando. Así que podemos llegar a la conclusión de que no le fue tan bien como se esperaba.

“Milnuevenoventa” no sería la última incursión de Guillermo Vilas en el mundo de la música, porque en 1992 formaría una banda de rock llamada Dr. Silva junto a integrantes de la banda de rock Plus, con los que sacaría un álbum homónimo (que incluyó otra versión más de «Beso Eterno») y terminaría tocando en “Ritmo de la noche”, poco antes de separarse. En una entrevista del 2012, Vilas dice que sigue valorando mucho su tiempo en Dr. Silva, pero que las cosas no salieron como quería porque “cuando uno es conocido en algo después es muy difícil salir de ello”, comparando su caso con el de Yannick Noah, el tenista francés que logró tener gran éxito en su país con su música.

El último trabajo discográfico de Vilas en el mundo de la música fue “Guillermo Vilas”, el álbum que editó en 1998 y que fue la muestra final de que el extenista es muy malo al momento de elegir títulos.

Fuentes:

http://www.lanacion.com.ar/1501477-el-sorprendente-libro-del-tenista-argentino-que-queria-ser-poeta

http://soloquinceminutos.blogspot.com.ar/2007/05/guillermo-vilas-techno-rock-y-bjorn.html

https://www.allmusic.com/album/trigger-mw0000851395

https://www.tapatalk.com/groups/starzfanzcentral/the-history-of-trigger-by-derek-remington-t2140-s290.html

https://www.catastrofico.com.ar/guillermo-vilas-1990/

http://todosobretenis.com/historias-afuera-de-los-courts-guillermo-vilas/

http://articles.latimes.com/1988-08-21/sports/sp-1110_1_guillermo-vilas

http://www.puntodebreak.com/2014/12/12/tenis-musica-historia-incompleta

http://old.clarin.com/diario/especiales/tenis/vilas_musico.htm

[La entrada del día de hoy nació como un texto para la columna de música que tengo en El Lado B, programa que al día de hoy se emite los miércoles de 22 a 23 por Radio ETER. Lo que al principio iba a ser sólo una simple columna sobre una bizarreada de álbum, terminó creciendo y mutando hasta terminar siendo lo que acaban de leer. Después de terminar de escribirla, sentí que sería un desperdicio restringirlo a sólo un texto de radio, así que lo adapté para publicarlo acá, siendo que hacía meses que no subía nada. A esta altura ya abandoné cualquier intento de actualizar de manera regular el blog, no sólo porque llegué a la conclusión de que se me va a hacer imposible, sino también porque siento que la calidad se ve afectada si veo como una obligación algo que es más un ejercicio de escritura. Así que prefiero verme atado a la inspiración antes que a la obligación.]

Los Holy’s – 1968 – «Sueño Sicodélico»

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El que de verdad me conoce sabe que le tengo un aprecio grande a la escena musical peruana. Aunque mi conocimiento sobre ella sea, más que nada, sobre bandas de metal como Tarkus, Anal Vomit, Goat Semen, Blizzard Hunter y Don Juan Matus, y de punk como Dios Hastío y Leusemia, también puedo viajar a los orígenes mismos del género en ese país, allá por la década de los sesentas. Y es así que, mientras buceaba en busca de alguna joya perdida de esa época, me encontré con la obra de Los Holy’s.

Hablamos de una banda de la que no puedo encontrar toda la información concreta que quisiera, e incluso algunas partes se contradicen con otras, así que disculpen si cometo algún error.

Los Holy’s (agregarle un apóstrofo al plural parece ser algo común entre los grupos peruanos de la época) se formaron bajo el nombre de The Sharks en 1966 en el distrito limeño de Pueblo Libre, como un quinteto conformado por los guitarristas Marcos Goyzueta y Arturo Matto, el bajista Oscar Sáenz, el baterista Walo Carrillo y el tecladista Renzo Carozzi. La banda se formó mientras sus integrantes acudían al Colegio Nacional Bartolomé Herrera, y cuando se graduaron se cambiaron el nombre a Los Holy’s.

El sonido de este quinteto iba bastante de la mano con el de la época. Influenciados tanto por la movida psicodélica como por grupos de surf rock como The Ventures, de gran popularidad en Perú, Los Holy’s agregaron la característica de ser una banda completamente instrumental, algo común en el surf rock pero inusual en la escena sudamericana.

Los Holy’s grabaron editaron su primer single en 1966 a través del sello Suceso. Contenía el propio «Holys Psicodelicos» y el cover de The Ventures «Luces de Guinza», y su éxito los llevó a aparecer en varios programas de televisión. Por esta época, el baterista Walo Carrillo propuso la idea de abandonar la línea instrumental, y fue así que decidieron grabar el single «Cuando / Necio de mi Corazón» con Carmen Sáenz, hermana del bajista, en las voces. El resultado no dejó conforme a la banda y decidieron seguir como grupo instrumental, firmando con la discográfica Sono Radio y editando otros cinco singles.

Llegado el año 1968 (en algunos lugares aparece como que el álbum se editó en 1967, pero blogs especializados confirman que el disco se editó ese año), la banda se metió al estudio a grabar su primer LP.

Por esos días, las tensiones entre Walo Carrillo y el resto del grupo eran cada vez más evidentes: mientras el tecladista Renzo Carozzi quería seguir con la línea instrumental/psicodélica, varios miembros de la banda, entre ellos el baterista Walo Carrizo, querían adoptar un estilo más cercano al rock más distorsionado, en la vena de Cream.

Puede ser que por esas peleas «Sueño Sicodélico» tenga una gran variedad de canciones. Temas como «Choque de Vientos», «Show Me», «Spectro 1» y «El Hombre Desnudo» muestran la versión más rockera de la banda, con el teclado de Carozzi llevando las canciones y una guitarra líder llena de reverb, mientras que otros como la inicial «Piedra de Doce Ángulos» y «Tormenta» son aproximaciones más cercanas al pop, con los arreglos orquestales del productor y director de origen argentino Enrique Lynch tomando el protagonismo. Los mejores momentos se dan cuando las guitarras toman el protagonismo, pero a lo largo de sus poco más de 32 minutos hay de todo un poco para saciar los gustos de todo rockero nostálgico y no tanto. Hablamos de un disco muy de época, tanto en su estilo como en su sonido, pero que le escapa a la vejez para sonar simplemente atemporal.»¿Conocemos todos los sonidos emitidos en el fondo submarino? ¿Las estaciones espaciales no captan ondas producidas a miles de años luz? Trataremos de reproducir esos sonidos con nuestros instrumentos y quizás resulten más agradables que el rumor de olas».

La estructura de la banda no resistió las tensiones por mucho tiempo más, y a principios de 1969 terminaron por echar a Walo Carrillo. Aunque el grupo intentó seguir con un baterista de reemplazo, apenas duró dos meses más antes de separarse en junio de ese mismo año.

Después de eso, no puedo encontrar más información acerca de los miembros aparte de Carrillo, que se terminó convirtiendo en una de las figuras representativas del rock peruano, con su participación en bandas como Telegraph Avenue, Tlön y Tarkus, esta última considerada por algunos como la primera banda de rock pesado de Sudamérica. La mejor suposición es que el trabajo de músico se dificultó con el comienzo de la dictadura militar en 1968, con su política nacionalista y anti-imperialista que incluyó la prohibición de la edición de música en inglés por parte de grupos peruanos.

Al día de hoy «Sueño Sicodélico» es una joya muy buscada por todo colecciones de música de los sesentas. La edición original fue muy limitada, y las copias pueden alcanzar un precio de 110 euros (poco más de 1800 pesos argentinos) en sitios como Discogs. No hay edición en CD, pero hubo una reedición a cargo del sello español Electro Harmonix, que es por lejos la más encontrada en Internet, aunque por alguna razón varias canciones intercambian títulos y otras son reemplazadas por las canciones que la banda editó sólo como singles.

Más allá de las peleas, las ediciones confusas y los precios que se alcanzan en las subastas, «Sueño Sicodélico» es un disco súper disfrutable, coherente y con buenos riffs reverberantes para todo aquel amante de los sonidos sesentosos. Toda una joya casi 50 años de su edición, y una buena muestra de lo que se hacía en Sudamérica durante los años del rock primigenio.

Paradise Lost – 1995 – Draconian Times

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Halifax es una ciudad en el condado de West Yorkshire, al norte de Inglaterra. Este lugar de alrededor de 85.000 habitantes es famoso por su producción de lana, la cual le permitió crecer enormemente a partir de la Revolución Industrial, y por su tradición tanto en el fútbol como en el rugby, deportes donde tiene algunos de los equipos más antiguos de Inglaterra.

Fue acá donde, a principios de 1988, unos adolescentes del lugar, fanáticos de Celtic Frost, decidieron formar una banda. Al momento de ponerse un nombre, optaron por homenajear al poeta inglés John Milton adoptando el nombre de su obra más conocida: el poema «Paradise Lost». Luego de editar algunos demos con un sonido cercano al death metal, el grupo pudo sacar su LP debut en 1990: el seminal «Lost Paradise», que los ubicó entre las bandas iniciadoras del death doom metal, una cruza de estilo que más de uno hubiera pensado imposible hasta no mucho antes. El sello a través del que editaron su debut, Peaceville Records, se convirtió en el hogar de otras bandas del estilo, como Anathema y My Dying Bride, con quienes Paradise Lost conformó el llamado «Trío de Peaceville» o «los 3 de Peaceville».

Paradise Lost sacaron otro disco más con Peaceville, «Gothic» de 1991, antes de irse a Music For Nations. En su nueva casa discográfica, los chicos de Halifax debutaron con «Shades Of God» en 1992, un disco que, aunque seguía la línea de los anteriores, acusaba algunos cambios en su sonido, abandonando un poco las voces guturales. Estos cambios se incrementaron en su sucesor, «Icon» de 1993, pero que no alcanzaron su punto más alto sino hasta el siguiente disco, el enorme «Draconian Times» de 1995.

Aunque el concepto de «metal gótico» no era una verdadera novedad, en «Draconian Times» los ingleses lograron darle una vuelta de tuerca a un estilo todavía en formación alejándose de las influencias extremas de los primeros grupos del estilo, adoptando elementos de grupos como Metallica de principios de los noventas y del rock gótico de los ochentas, con un enfoque inaudito en las canciones y en los estribillos. «Draconian» es un esfuerzo grupal, donde un elemento no podría funcionar sin los demás ni viceversa: el cantante Nick Holmes puso su voz profunda y su estilo «hetfieldiano», el guitarrista líder Gregor Mackintosh compuso algunos de los riffs más gancheros que haya visto el universo gótico, el guitarrista rítmico Aaron Aedy metió unas secciones acústicas impresionantes, y el bajista Stephen Edmondson y el baterista Lee Morris conformaron una base impenetrable sobre la que se apoyaron todos los elementos. Agreguen algunos teclados y el combo está completo.

Claro que nada de eso sirve si no tenés las canciones indicadas, y es así que a lo largo de 12 canciones los ingleses demostraron que era posible crear atmósferas oscuras con canciones gancheras y llenas de arreglos. Canciones como la inicial «Enchantment», «Hallowed Land», «Yearn For Change», «Shadowkings», «Shades Of God» y la extraña, casi punk, «Once Solemn», son sólo algunas muestras de un disco verdaderamente perfecto, sin nada que le falta ni nada que le sobre. Un verdadero testamento de una banda que quería comerse al mundo.

«Draconian Times» fue el disco más exitoso de Paradise Lost, al menos hasta ese momento, y el punto más alto del «sonido Paradise Lost». La banda lo supo y tomó nota de ello, porque durante sus sucesores inmediatos realizaron una «depechemodización» de su sonido, alejándose del sonido que ellos habían creado. Más tarde volvieron con todo, y deben ser de las pocas bandas actuales de las que es posible agarrar cualquier trabajo de, al menos, sus últimos 10 años y siempre encontrar un gran trabajo. Pero «Draconian Times» siempre quedará como un testamento de una banda que ayudó a crear un sonido y que influenció a cientos, sino miles, de grupos de mitad de los noventas en adelante. Todo un logro, se vea por donde se vea.