Make Them Suffer – 2015 – Old Souls

Make Them Suffer son unos chicos australianos que vienen dando vueltas desde el año 2008. En 2012 editaron su disco debut, titulado «Neverbloom», y causaron cierta expectación cuando los catalogaron como «deathcore sinfónico» a merced de la inclusión de teclados en su sonido, algo que no es nuevo pero que siempre resulta llamativo.

El nuevo disco de los oriundos de Perth, «Old Souls», viene a demostrar lo que grupos como Winds of Plague y Abigail Williams nos habían dicho anteriormente: el deathcore «br00tal» (ya saben, del que puede escucharse en cualquier Vans Warped Tour) y los arreglos sinfónicos no combinan. O, al menos, todavía no se encontró una manera de que ambos estilos puedan mezclarse de manera satisfactoria.

El problema con las secciones «sinfónicas» de las canciones de Make Them Suffer, y de la inmensa mayoría de los grupos que intentan esta mezcla si vamos al caso, es que no logran desviar la atención del hecho de estar rodeadas de los breakdowns y riffs «chug chug chug» más genéricos que una banda de deathcore pueda ofrecer. El sonido del teclado, en modo piano, suena absolutamente desconectado del resto de la música, como si hubieran grabado los breakdowns y los riffs que rodean a los breakdowns y luego hubieran llamado a la tecladista para que grabe cualquier cosa encima y así poder encajarle el «sinfónico» a su estilo. No ayuda que los teclados se vean tapados por la música en una enorme cantidad de ocasiones, y que estos arreglos sean de los menos interesantes que haya escuchado en un largo tiempo, hasta el punto en que puedan ser intercambiados con cualquier otro arreglo de cualquier otra canción de la banda.

Yendo a las canciones en si y obviando los teclados, MTS se mueven por carriles harto conocidos: deathcore con mucho breakdown, de cierta influencia djent y que alterna entre las voces gritadas y guturales. La intro «Foreword», «Through The Looking Glass» y el final de «Threads» son de los mejores momentos del disco, donde los teclados sirven para algo más que ser una excusa para poner una etiqueta elegante, y los arreglos de cuerdas están muy bien, algo que demuestra potencial. Todo se arruina apenas el cantante Sean Harmanis abre la boca, y es justo su entrada la que marca que el disco se va al demonio, y no en el buen sentido: no sé si es por la mezcla, pero la instrumentación es una bola de ruido apenas las canciones aceleran, el bajo es inexistente y las voces terminan tapando todo.

Los músicos me parecen sumamente competentes, menos el bajista del que no puedo hablar porque, como dije antes, el bajo es inexistente, pero diría que el baterista es bastante impresionante, y me gustan mucho las transiciones entre los blast beats y las secciones más lentas. Todos los músicos me parecen muy competentes, obvio porque no es una banda que se haya formado ayer. Hay algunas partes de ciertas influencias blackmetaleras que también me gustan mucho, pero fuera de ello el disco es genérico, y ni siquiera «genéricamente entretenido». Tal vez sea que no es mi estilo, pero esta es mi humilde opinión: hay algo de potencial y hasta ganas de hacer algo diferente, pero sin las canciones indicadas no hay manera de canalizarlo.