Godsmack – 2014 – 1000hp

16 años atrás, Godsmack editaba su debut homónimo (en realidad, una versión remasterizada y algo cambiada de su verdadero disco debut «All Wound Up», editado en 1997) y vendía 6 millones de copias. En 2000, la banda de Boston sacaba «Awake», vendían 5 millones de discos y recibían su primera nominación al Grammy por la canción «Vampires». Tres años después, salía «Faceless», con el que vendía otros 3 millones de discos. Todo indicaba que el futuro de esta banda sólo podía mejorar.

Sin embargo, desde 2003 hasta hoy el mundo cambió mucho: Mtv ya no pasa videos y los riffs saltarines y las letras doloridas perdieron su gracia. Godsmack se quedaron en el tiempo. Y, a diferencia de otras bandas que tratan de rememorar tiempos pasados, estos ya no tan chicos tienen el problema de rememorar un tiempo del que pocos sienten nostalgia.

Claro, los de Godsmack no son boludos, porque si lo fueran no hubieran permacido hasta el día de hoy: saben que su sonido «clásico» ya no es rentable, y que una refrescada a su sonido bien podría ayudarles a caerle bien a un nuevo público. Su versión descafeinada medio post grunge medio nu metal del sonido de Alice In Chains ahora está más cerca de una versión descafeinada medio post grunge medio hard rock «macho» genérico del sonido de Alice In Chains.

Es así que, en 2014, tenemos que hablar de un nuevo disco de Godsmack. ¿Quién lo diría? «1000hp» llega cuatro años después de cuatro años después de «The Oracle», de 2010, y muestra a una banda que busca rememorar una época, aunque esa época haya tenido lugar hace relativamente poco tiempo,  poco más una década atrás. ¿Logran ese cometido? Si tuviera que analizar este disco sólo en el grado de qué tanto puede llevarlo a uno a fines de los 90’s y principios del 2000, tal vez se llevaría un 7: a pesar del «aggiornamiento» en su sonido, Godsmack saben a qué época pertenecen y te lo recuerdan constantemente, como cuando Sully Erna, que no da el brazo a torcer en su objetivo por sonar lo más Layne Staley posible, se lamenta y canta «es momento de recordar / allá por 1995 cuando éramos nada / caminando por las calles de Boston sin que nadie nos escuchara / a nadie importándole los lugares vacíos donde tocábamos» en «1000hp», la canción título. Como decía, Godsmack buscan recordar una época, su propia época de gloria.

Sin embargo, uno no puede darle una puntuación a un disco sólo por eso, porque los discos también se hacen a partir de sus canciones y ahí está el problema de Godsmack: su intento por recordar los «buenos viejos tiempos» se queda simplemente en el sonido y el estilo. A las canciones les faltan gancho, los riffs son demasiado sosos y simples, y Sully Erna escribe algunas de las letras más adolescentes y pelotudas que vayas a encontrar, algo que podría excusarse con, ya saben, un adolescente, pero que con un tipo próximo a cumplir 47 años es ya inexcusable. Algunas canciones, como el tema título, pueden rescatarse. Pero las restantes son demasiado iguales, como variaciones de una misma canción de riff simple pero «rockero» (noten las comillas) con diferentes títulos. Sully Erna no es un mal cantante, pero es demasiado limitado en su estilo y sólo contribuye a la homogeneización de las canciones.

Comercialmente, a Godsmack no le ha ido mal: aunque este es el primer disco desde «Awake» que no debuta en el primer puesto, vendió algo más de 80.000 discos en sus primeras tres semanas, un número enorme en la época de Internet, y parece que tienen una base de fans bastante sólida. Pero al igual que Disturbed, otra banda de la misma época que al igual que ellos no van a tener problemas para llegar a fin de mes, Godsmack hace rato perdieron la chispa que hacía que sus canciones, por más genéricas que fueron, fueran aunque sea pegadizas. O tal vez no sea así: tal vez las canciones de Godsmack siempre fueron así, y lo que en realidad cambió fue el público, que busca algo diferente a lo que bandas como esta puedan llegar a ofrecer. ¿Quién sabe? Tal vez algún día se despierte un sentimiento general de nostalgia y Godsmack vuelvan a vender millones de discos y a tener sus canciones pasadas por la radio. Pero, lamentablemente para ellos, ese día no parece para nada cerca.