Danzig – 2017 – «Black Laden Crown» [Reseña]

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Los años desde Deth Red Sabaoth fueron bastante movidos para Glenn Danzig, más que nada por el juicio con el bajista Jerry Only por el supuesto «robo» del nombre de Misfits, su frustrada participación en la banda sonora de The Walking Dead, la vuelta a los escenarios bajo el nombre de Misfits después de más de tres décadas, y la salida de Skeletons, el demorado disco de covers que editó en 2015. Aquel álbum recibió críticas muy negativas, la mayoría relacionadas con el sonido apagado y las inconsistencias que generó el haber sido grabado a lo largo de varios años, pero Skeletons parece haber animado a Glenn a editar más material, y es así que llegamos a Black Laden Crown, el primer álbum de material original de parte de Danzig en siete años.

Tanto tiempo de espera causa que las expectativas se disparen, y no hubiera sido de extrañar que los resultados de Black Laden Crown no hubieran podido alcanzarlas. Pero lo mostrado en este álbum va más allá de eso, porque tiene varios elementos que podrían haberlo convertido en una adición más que decente al catálogo del cantante, pero son ciertos detalles, pequeños y no tanto, los que terminan de empañar su imagen y lo convierten en una dolorosa decepción, en un trabajo que podría haber sido mucho mejor de lo que terminó siendo.

Pero vayamos analizando Black Laden Crown por partes para que pueda mostrarles a qué me refiero, y empecemos por la composición, uno de los puntos positivos del disco y donde hay bastante para destacar.

El álbum arranca con “Black Laden Crown”, el tema título. Su lenta marcha, que cerca del final acelera un poco pero sin exagerar, marca el tono general del disco: mucho riff sabbathero y mucho medio tiempo con algunas partes más rápidas acá y allá, la fórmula clásica de sus cuatro primeros trabajos.“Devil on Hwy 9” es una de las mejores, con una estructura cancionera y un gancho terrible en sus riffs efectivos y en una batería prominente marcando el paso. También está la lenta “Last Ride”, que puede incluirse entre lo menos destacado del disco con su marcha lenta que promete pero que nunca termina de explotar, aunque el solo lleno de efectos y la acumulación de coros del final la salva de ser de verdad desechable.

“But A Nightmare” es de las más sabbatheras del álbum, con una atmósfera casi apocalíptica y un Glenn Danzig dando su mejor performance en estas nueve composiciones. “Blackness Falls” bien puede recordar a alguno de los temas lentos de Metallica, y “Pull The Sun”, un lento más melódico que el promedio, da un buen final para un disco que no falla desde el lado de las canciones, con bastante para rescatar.

En cuanto a los riffs, el gigante Tommy Victor demuestra otra vez que merece su puesto en la banda, con una habilidad para cambiar los riffs entrecortados y “modernos” de Prong por el tritono de Tony Iommi como si de un simple subir y bajar de un switch se tratara. Aunque me hubiera gustado que tuviera un poco más de personalidad, tampoco es que quiera que convierta a Danzig en una sucursal de riffs de Prong, considerando lo que ocurrió la última vez que Glenn quiso “modernizar” su sonido, y lo que entrega cumple con creces.

Si cerráramos acá, podríamos decir que Black Laden Crown es un regreso más que digno para Danzig, apelando al sonido clásico para producir buenas canciones. Pero todavía falta cubrir otros aspectos del álbum, porque es que a partir de acá nos tenemos que meter en la parte fea del asunto, la que estuvo muy lejos de cumplir con las expectativas. Y es una lástima cómo la mayor parte de eso recae en el hombre detrás de todo, el señor Glenn Allen Anzalone.

Es preocupante la falta de fuerza que Glenn demuestra frente al micrófono. Aunque sigue mostrando la mezcla justa de Elvis y Jim Morrison que se convirtió en su marca característica, en varias ocasiones parece que hubiera grabado sus partes luego de haber dado un recital completo y recién se estuviera recuperando, como en la antes mencionada “Devil on Hwy 9”. Hay momentos donde reencuentra sus fuerzas de antaño, como en los tonos dramáticos de “But a Nightmare”, pero demasiadas veces sus cuerdas vocales lo traicionan y da la sensación de que está a punto de quedarse sin voz. No sé si fue su ego el que le impidió grabar cuando estuviera en mejores condiciones o sus casi 63 años terminaron haciendo mella en él, pero Black Laden Crown muestra a Glenn lejos de sus mejores épocas. Y es extraño, porque si uno escucha grabaciones de sus recitales tocando canciones de Misfits se lo ve más que bien, más allá de si el estilo punk de estos sea diferente del hard rock sabbathero de su banda solista.

Y a esto se le adosa un problema más, que también recae en Glenn: su tarea en la producción del álbum, más que nada la mezcla. No tengo mucho problema con el sonido un tanto garagero de los instrumentos, que es un poco más consistente y menos “sótano” que lo que fue Skeletons, o que en ciertos momentos la batería suene un poco destartalada y alta en la mezcla. Pero lo que termina por arruinar al álbum es que las voces de Glenn estén mucho más altas que los instrumentos, y que suenen tan desconectadas de estos, como si el cantante estuviera en una habitación y su “banda” (me siento obligado a poner comillas si pongo énfasis en que de los instrumentos se encargaron Danzig, Tommy Victor y cuatro bateristas diferentes a lo largo de tres años) estuviera en otra. Aunque éstas estén lejos de ser las mejores tomas que Glenn podría haber grabado bien podrían haber sido más tolerables si estuvieran balanceadas con respecto a los instrumentos, pero tener que escucharlo apenas abriéndose paso entre sus líneas mientras la música suena muy atrás es lo que termina de arruinar la experiencia, sobre todo si sos de los que están acostumbrados a escuchar a todo volumen.

El problema más grande de Black Laden Crown no reside en sus canciones, que cumplen con lo que uno espera de artistas de primer nivel, más allá de gustos, como Glenn Danzig y sus músicos acompañantes, todos tipos con un currículum más que envidiable. Pero cuando el dueño del circo es el eslabón más débil de la cadena entonces hay que remar a contramano, y más allá de la calidad de las composiciones éstas no tienen un poder tal como para sobreponerse a los desatinos de la producción de Glenn y a su falta de atención en su propio desempeño. No me sorprendería que en un tiempo salga una remasterización de Black Laden Crown que le haga justicia al material, pero por ahora se siente como un paso en falso para Danzig. Toda una lástima, considerando el tiempo que se esperó un nuevo trabajo original de su parte.

Limones Negros – 2013 – Limones Negros

 

 

Limones Negros es un dúo de Burzaco, provincia de Buenos Aires, formado en 2013 y compuesto por Federico Viana en voz y guitarra y Gerardo Caride en batería. «Limones Negros» es su disco debut.

La banda define su estilo como una mezcla de blues con punk rock, y ambos estilos se pueden escuchar perfectamente mezclados a lo largo de las 10 canciones de este álbum: los acordes pesados del blues se combinan con la distorsión y la suciedad del punk para formar un sonido abrasivo y ruidoso, pero que no se olvida del gancho tan necesario y bienvenido en este estilo.

La guitarra suena crujiente, distorsionada, orgánica y valvular.  El sonido en general es bastante crudo, poco pulido y bien en tu cara. No sé si lo grabaron todo en vivo en el estudio, pero suena tal cual así. Caride tiene un golpe fuerte y preciso que ayuda a llenar los espacios que puede llegar a dejar una instrumentación tan minimalista.

Las voces son bien rockeras, casi rockabilly en ciertos pasajes aunque en ciertos momentos suenan un tanto Danzig, y en otros ciertos momentos Viana suena como un completo maniático frente al micrófono, como en «Heavy Indian». Tienen un poco de eco que le da un toque fantasmal y oscuro.

Entre las más destacadas están «Killer Baby», «No Feelings», «Heavy Indian», «Money Money» y, mi favorita de todo el disco, «If You Love Me». En realidad no hay ninguna que se quede atrás, excepto tal vez «Baby Come Back To Me» que, siendo tan corta, suena un poco descolgada.

Si lo tuyo es el blues, el rock n roll o el punk, desde ya que acá va a haber mucho para vos. Siendo un estilo poco explorado en la música nacional, sólo se le puede desear lo mejor a Limones Negros por abrir estos nuevos horizontes.

Blues Pills – 2014 – Blues Pills

La movida del retro rock, y sé que esto va a sonar como un chiste estúpido, ya no es algo nuevo. Blood Ceremony, Ghost, los trágicamente desaparecidos The Devil’s Blood, Graveyard, Jex Thoth y Uncle Acid & The Deadbeats, entre otros, ya le mostraron al mundo esa mezcla de hard rock setentoso con teclados, blues y, en los casos más pesados, doom y stoner metal. A esta altura, ya sabemos qué podemos esperar de este tipo de bandas, pero eso no significa que no puedan salir formaciones interesantes de este rejunte de hippies pesados que nos hagan decir «uh, mirá qué copado que está esto».

Los «suecos» Blues Pills son una de esas bandas, y en los últimos tiempos vienen dando bastante que hablar. Se formaron en diciembre de 2011 y cuentan con la sueca Elin Larsson en voces, los medio hermanos estadounidenses Zack Anderson y Cory Berry en bajo y batería, ambos ex Radio Moscow, y el francés Dorian Sorriaux en guitarra. Poco después de grabar este disco, Berry se fue de la banda y fue reemplazado por el sueco André Kvarnström.

Lo de Blues Pills cruza el hard rock 70s, el blues y el rock psicodélico, con las voces de Larsson, con mucho de Janis Joplin y por consiguiente con mucho de soul, dándole el toque de personalidad que muchas bandas de la movida retro no terminan de, o no se molestan en, desarrollar. Tampoco es que lo de BP sea la próxima revolución musical, pero no creo que busquen serlo porque lo suyo no va por ese carril, sino por el de componer buenas canciones, algo de lo que también se olvidan muchos músicos de esta movida al querer focalizarse en simplemente copiar a una banda en particular.

Además de las buenas canciones, lo que hace interesante a este disco debut es la variedad. Porque a pesar de que BP se mantienen en cierto rango de sonido, también logran darle matices y características propias a cada una de las canciones que les permiten destacarse por si solas. Podemos escuchar influencias de Led Zeppelin, de Cream, de Janis Joplin, Jimi Hendrix (puro wah wah en varios pasajes) y bandas de ese estilo, pero sus influencias están licuadas de tal manera que, aunque recuerde a esos grupos, no termina siendo una copia tal cual.

«Blues Pills» es un debut super sólido. Algunas de las canciones más destacadas son «Ain’t No Change», «Black Smoke», «Little Sun», «No Hope Left For Me» y «Gypsy», aunque si fuera por mí listaría todas las canciones, porque no hay canciones malas y todas son de 7.5 para arriba. La producción es perfecta, manteniendo el espíritu retro pero con la tecnología actual que logra un sonido claro pero orgánico.

Blues Pills es una de las bandas más destacadas de la movida retro que hayan salido en los últimos años, y todo indica que las cosas sólo pueden mejorar a futuro. Sólo es cuestión de esperar a ver hasta donde llegan. ¿Quién lo diría? Una banda que logra algo interesante, ganchero y atrapante sin hacer nada absolutamente nuevo. Lo que se dice, talento.