«The Key», el álbum debut de Operation Mindcrime, fue el punto final de la relación, dentro o fuera del juzgado, de Geoff Tate con sus antiguos compañeros de banda en Queensrÿche. Luego de que el juez decidiera que el Queensrÿche original se quedaría con los derechos sobre el nombre y que Tate los tendría sobre el disco «Operation: Mindcrime», de ahora en más, y hasta nuevo aviso, se limitarán a tirarse palos en las canciones.
Ahora, para los que no tuvieron la oportunidad de leer mi opinión acerca de ese disco debut, quiero recordarles que «The Key» me pareció uno de los peores discos del 2015: un rejunte de canciones que sólo sabían ir a un medio tiempo exasperante, con una producción carente del más mínimo brillo y con un Tate completando ya una trilogía de trabajos horribles por fuera de Queensrÿche, si le sumamos su disco solista «Kings & Thieves» y «Frequency Unknown», el que sacó con su propia versión de Queensrÿche.
Poco más de un año después de su debut, ya tenemos el segundo trabajo de Operation Mindcrime. «Resurrection» es la segunda parte de una saga de discos conceptuales cuyo tema principal es el uso de criptomonedas y la Internet, y que repite una formación llena de nombres relativamente importantes, como el ex AC/DC Simon Wright en la batería y al bajista John Moyer, de Disturbed. Sin embargo, lo de «formación» es un tanto confuso, ya que casi ninguno participa de todas las canciones aparte de Tate, lo que hace ver a O:M más como un proyecto solista del cantante que de un grupo hecho y derecho.
Quisiera arrancar destacando los puntos positivos de «Resurrection», como para dar crédito donde se tiene que dar. Primero, la producción es claramente superior a la de «The Key», y ahora cada instrumento suena claro y pesado. Segundo, se dejó atrás esa onda de oscuridad descafeinada a lo Staind que tenían las canciones, que ahora se apoyan más en el costado progresivo de su sonido, con teclados más presentes. Y en «Taking on the World» tenemos la participación de Blaze Bayley (ex Iron Maiden), Tim «Ripper» Owens (ex Judas Priest) y David Ellefson (Megadeth) en el que debe ser la mejor canción que haya hecho Operation Mindcrime.
Dicho eso, quiero llevar su atención y al hecho de que casi todos esos puntos son comparaciones con respecto a «The Key», y ese es uno de los tantos problemas de «Resurrection»: sólo se ve bien si se lo compara con un trabajo que dejó la vara súper baja.
El disco arranca con el track homónimo, y ya nos encontramos con el primer problema: la sobrepoblación de interludios en el comienzo. En un trabajo conceptual, los interludios sirven tanto para crear atmósfera como para contextualizar lo que está ocurriendo, pero en «Resurrection» nos encontramos con tres interludios en los primeros cuatro tracks, una salvajada que se agrava si tomamos en cuenta que después no hay ninguno. Encima, estos tracks no agregan nada al disco: «Resurrection» parece una reversión, con algunas voces, de los horribles interludios de «The Astonishing» de Dream Theater; «A Moment In Time» son dos notas repetidas una y otra vez por treinta segundos con Tate cantando algunas líneas sin gracia encima, al punto tal de que parezca más un error de mastering y este fuera el inicio de una canción que terminó mutilada; y «Through The Noize» es lo mismo que «A Moment In Time», pero con cuarenta segundos más y más del doble de insípido.
El inicio de «Left for Dead» no está nada mal, con ese medio tiempo que va aumentando y agregando instrumentos y detalles. Lástima que ese inicio sea tan corto, porque apenas arrancan las voces de Geoff Tate todo tiene que adaptarse a ese tono moribundo que adoptó desde hace unos años, y ese medio tiempo interesante se vuelve un medio tiempo sin brillo, arrastrado y sin gracia. Esto no ocurre sólo con «Left For Dead»: todos siguen la misma estructura y el mismo ritmo, haciendo que «Resurrection» dure 63 minutos más monótonos a los que uno se pueda enfrentar últimamente, al punto tal de que sea un tanto difícil creer que grabaron más de una pista de batería.
Aunque, como dije antes, «Resurrection» mejora en varios puntos a lo mostrado en «The Key», empeora en otros: dura 15 minutos más, y tiene todavía menos variedad. A decir verdad, no sé hasta que punto el mote de «progresivo» que le puse antes está en lo cierto, porque el disco no progresa, sino que repite los mismos patrones una y otra vez (¿hasta que punto «A Smear Campaign» se diferencia de «Which Side You’re On»? ¿O de «Miles Away»?), alargando canciones que deberían tener tres minutos menos.
Para cuando termina «Live From My Machine» (la peor en eso de arrastrarse), uno simplemente se queda pensando en todo el tiempo que pasó, y si valió la pena. Esto último se puede responder fácilmente: no, para nada.
«Resurrection» es aburrido, denso en el peor de los sentidos y confirma que Geoff Tate debe redireccionar su carrera inmediatamente. No sé si debe tomarse un descanso o ir por otros carriles artísticos, pero cualquier cosa que lo aleje del estudio de grabación, donde ya parió tres discos horribles desde su alejamiento de Queensrÿche. Pero su ego no le va a dejar hacer eso, y lo más seguro es que para el año que viene tengamos otro trabajo más de Operation Mindcrime, así que a esperar para el show continúe a pesar de todo.