Bethlehem – 2014 – Hexakosioihexekonta-hexaphobia

La última década bien puede considerarse de enorme turbulencia para Bethlehem, la banda liderada por el bajista aleman de origen holandés Jürgen Bartsch. Esos años transcurrieron entre constantes cambios de miembros (un total de cinco cantantes, dos guitarristas y cuatro tecladistas, a lo que se suma la salida en 2011 del baterista Steve Wolz, que estaba en la banda desde 1999) y las críticas tanto a la nueva versión del disco «S.U.I.Z.I.D» de 1998 (con el sueco Niklas Kvarforth regrabando las voces con letras traducidas al inglés desde el alemán original) como al pronunciado cambio de estilo que la banda tuvo con el cambio de siglo, que algunos relacionan con bandas como Rammstein.

«Hexakosioihexekontahexaphobia», término que designa al miedo al número 666, es el primer LP de nuevo material de Bethlehem desde «Mein Weg» de 2004, y muestra a la banda continuando el estilo gótico-industrial-experimental de ese último disco. Del black metal suicida depresivo al que ayudaron a definir y del que se convirtieron en referentes en la década de 1990, sólo quedan las atmósferas oscuras y las letras retorcidas de Bartsch, un tipo un tanto enigmático del que no se sabe si de verdad usa su verdadero nombre o si es un pseudónimo que hace referencia al asesino en serie alemán Jürgen Bartsch (nota del autor: el 11/03/2015, Jürgen Bartsch aclaró que ese es su verdadero nombre, y que cuando era joven le trajo varios problemas, al punto de que lo apodaran «asesino de niños»).

Bien podría ser el mejor disco de la banda desde sus años clásicos. Algunas canciones, como la furiosa «Spontaner Freitod», la lenta pero melódica «Warum wurdest du bloß solch ein Schwein?» y la industrial «Verbracht in Plastiknacht», donde el cantante Guido Meyer de Voltaire (que se fue de la banda al terminar las grabaciones) mete chillidos que recuerdan a las del cantante Rainer Landfermann en «Dictius Te Necare», el segundo de Bethlehem, y, por consiguiente, a los años más furiosos de la banda. Pero esos son sólo pasajes, ya que el resto de las canciones, como «Ich aß gern’ Federn», «Egon Erwin’s Mongo-Mumu» y la extensa «Antlitz eines Teilzeitfreaks» predominan las voces limpias, aunque a veces mezcladas con las podridas, y los ritmos relativamente calmados pero que no abandonan la oscuridad que cubre cada composición de Bethlehem, algo visible hasta en las composiciones más accesibles como la instrumental y casi rockera «Höchst alberner Wichs». Los teclados, programaciones y ritmos mayormente lentos generan atmósferas perfectas con la voz limpia y profunda de Meyer, quien no parece tener problema para adaptarse a cualquier terreno que pise en las canciones.

Aunque sea un disco de una hora y tome una buena cantidad de escuchas, el disco no abruma y deja una buena factura. Si esperabas que en su nuevo disco la banda regresara al black metal, te vas a sentir decepcionado porque la banda sólo tiene ojos para mirar adelante, más allá de algunas composiciones que recuerden a los viejos tiempos. Si sólo esperabas que la banda sacara nuevo disco después tanto tiempo de sequía, sin que importara el estilo, entonces lo más seguro es que te vas a sentir satisfecho con lo mostrado en «Hexakosioihexekontahexaphobia». El disco que, esperemos, signifique un nuevo comienzo para Bethlehem.

(Nota: También puede ser que la banda te chupe un huevo. En ese caso, al menos pegale una escuchada al disco.)