I The Intruder – 2015 – Exilium

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Aunque no sé hasta qué punto el inicio de un nuevo ciclo de rotación de la Tierra alrededor del Sol pueda llegar a afectar nuestras vidas, creo que muchos lo ven como una manera de marcar un punto de división en su existencia, un antes y un después si se quiere. Así que me parece correcto desearles a todos un muy feliz año, y que durante estos 366 días puedan cumplir todos los objetivos que no pudieron llegar a cumplir en los 365 días anteriores.

Dicho eso, vamos a pasar a la primera entrada del año 2016, y para eso nos vamos a ir un tanto lejos de los típicos lugares de donde vienen las bandas de las que solemos hablar acá. Más precisamente vamos a ir a Túnez, al norte de África y sobre la costa mediterránea. En este país reside Mahdi Riahi, un músico procedente de la ciudad costera de Kelibia, y vocalista y guitarrista del grupo de death metal Vomit The Hate y tecladista de Ulcerium, que decidió crear un proyecto unipersonal al que nombró I The Intruder mientras se encontraba en la ciudad francesa de Nancy.

«Exilium», el debut de I The Intruder, es una buena muestra de talento por parte de Riahi, quien se encargó de todos los instrumentos. A lo largo de cuatro canciones y 12 minutos, este EP se apega, en su mayor parte, a la típica fórmula del death metal técnico, como los riffs ultra complejos y las baterías que parece que estuvieran a punto de partirse por todos los blastbeats que les dan. Elegir alguna canción de esta onda sería un tanto inútil, porque cualquier podría ser una buena elección: casi siempre, elegir una canción en este estilo es elegirlas todas.

Pero también hay algunas secciones que cuentan con características sumamente destacables si se llegaran a desarrollar a futuro. A esta categoría pertenece «The Infection», el cual creo que es el track más interesante, con un inicio reposado y metiendo una sección con baterías cercanas al drum & bass cerca del final, todo en apenas un minuto y 47 segundos. De verdad es que me gustaría ver más material cercano a esta canción en el futuro, como una manera para encontrar un sonido verdaderamente propio en un universo tan superpoblado como el del death metal técnico.

Aunque no es algo que siento que pueda atraerle a alguien que no sea fan del estilo, las canciones se mantienen brutalmente entretenidas, con suficientes cambios de atmósfera como para no aburrir ni volverse monótonas como suele ocurrir con tantos discos del estilo. 12 minutos para volarte la cabeza con buen death metal.

Acrania – 2015 – Fearless

Primero que nada, quisiera disculparme por la falta de actividad del blog: en estos momentos estoy sin computadora, y escribir en el celular es una tortura. Por suerte no he dejado de escuchar música nueva, algo esencial si quiero tener nuevo material para el programa de radio.

Hablando de música nueva, los mexicanos Acrania (no confundir con la banda de deathcore inglesa del mismo nombre) son uno de los descubrimientos más llamativos con lo que me haya cruzado. «Fearless» es el tercer disco del grupo pero recién ahora los descubro, una pena considerando que vienen dando vueltas desde el 2001, cuando se llamaban Necrofilia. Ya por esa época, la propuesta de la banda implicaba la conjunción de sonidos extremos, en este caso cercanos al death metal melódico, con ritmos y percusión latina, pero no fue hasta 2006, cuando se cambiaron el nombre a Acrania, que adoptaron el perfil más técnico que les permitió explotar.

Como les decía, Acrania mezclan death metal técnico y thrash metal con elementos de ritmos como la samba, la bossa nova y el jazz. Hay una fuerte presencia de percusión e incluso de saxofones, llevando a momentos donde uno no sabe si que queda escuchando porque de verdad le guste lo que está sonando o simplemente por lo bizarra que es semejante combinación de ritmos y cómo uno puede encontrarle sentido a algo así. Aunque no es la primera vez que una banda de metal extremo incluye esta clase de ritmos en su sonido (recordemos a bandas como Cynic y Atheist), pero no recuerdo alguna donde la mezcla fuera tan… ¿directa?

De más está decir que la propuesta de Acrania no es para todos, ya que la mezcla a veces puede ser demasiado extraña, incluso para si misma. Pero expandir nuestros horizontes es algo impresionante, y pocos discos lo van a hacer a una magnitud tal como «Fearless». Porque de vez en cuando tirarse al vacío es una buena idea.

Job For A Cowboy – 2014 – Sun Eater

A los estadounidenses Job For A Cowboy se les pegó, y se les sigue pegando, por sus inicios en el deathcore y por haber sido de los primeros grupos del estilo que llegaron al mainstream yanqui, en su caso con el EP «Doom» de 2005. No importa que se alejaran del estilo y se adentraran en el death metal ya en «Genesis», su disco debut de 2007, y que lo hicieran cada vez más con cada lanzamiento en adelante, porque la banda siempre va a ser recordada junto a todas las otras bandas de adolescentes flaquitos con flequillo y tatuajes de cuerpo completo. Claro, tampoco ayuda que la banda conservara algo de su imagen de musculosas y tatuajes enormes, pero esto no es un blog de moda porque acá se habla de música.

Y por suerte, en donde la banda hace la diferencia es en el plano musical, que es lo que de verdad importa. Desde «Ruination» de 2009, con la entrada del ex-Despised Icon Alan Glassman, JFAC adoptó un estilo que se fue volviendo cada vez más técnico y complejos. El cantante Jonny Davy, único miembro que queda de la formación original, supo rodearse de los músicos indicados. y con la entrada del bajista Nick Schendzielos, que también toca con los deathgrinderos técnicos Cephalic Carnage, y del guitarrista Tony Sannicandro, de los deathmetaleros progresivos Cadaveryne, JFAC se metió de lleno en el death metal técnico, editando «Demonocracy» en 2012 y demostrando que eran cosa seria.

Para «Sun Eater» la banda dio otro paso adelante. Sin abandonar el death metal técnico, con el que parecen haber encontrado su lugar de comodidad, la banda agregó una fuerte dosis de metal progresivo a su propuesta, dando como resultado su disco más maduro hasta la fecha. Canciones como la inicial «Eating The Visions Of God»,»The Celestial Antidote», «Sun of Nihility» y con sus solos ultra complejos, tiempos y patrones cambiantes y riffs de matices recontra variados, muestran a una banda que quiere dejar su, ya lejano pero siempre presente, pasado deathcore para adentrarse en un estilo cada vez más personal y desafiante. También hay canciones como «A Global Shift» y «Encircled By Mirrors» que nos recuerdan que esto sigue siendo death metal, con sus tempos vertiginosos y sus blastbeats.

La producción, a cargo de Jason Suecof, es ultra clara, como se espera de una banda con cierto calibre y posibilidades al momento de la grabación. Hasta el bajo, sin ser tan prominente como en el antecesor «Demonocracy», se escucha perfecto, algo tan difícil de lograr en el death metal moderno. Las guitarras suenan todo lo claras que deben estar y la batería, a cargo del baterista de sesión Danny Walker, suena precisa, casi quirúrgica. El estilo de canto Jonny Davy es de las pocas cosas que pueden llegar a recordar al deathcore, y aunque es lo menos destacable del disco su trabajo es muy bueno, sonando podrido pero variando entre tonos de vez en cuando.

Aunque a sus detractores les duela, Job For A Cowboy editaron uno de los mejores discos del 2014. Mostrando unos riffs de primera línea y una musicalidad inaudita, «Sun Eater» es una muestra de que aunque el pasado te condene, el presente siempre te puede redimir.