Estuvieron pasando cosas en el seno de Emmure desde que el grupo de Frankie Palmeri editó Eternal Enemies en 2014. Luego de que todo el resto del grupo decidiera irse en 2016, Palmeri contrató tres miembros nuevos sino que también decidió salir del sello Victory para firmar con SharpTone Records.
Con el recambio total de instrumentos, no hubiera sido descabellado pensar que Look At Yourself marcaría algún cambio en la fórmula del grupo, más que nada porque Palmeri sumó a tres cuartos de Glass Cloud, una banda con un estilo bastante diferente. Pero nada está más lejos de eso, porque Look At Yourself es otro álbum más en la discografía de Emmure que bien podría ser una variación de cualquier otro álbum de Emmure.
Aunque Look At Yourself dure apenas 31 minutos, la repetición constante del mismo breakdown y las mismas letras sobre ser el mejor y sobre mandar a la mierda a los críticos que Palmeri viene escribiendo desde el mismo momento en que se formó la banda hacen que uno nunca sepa en qué canción está, alargándolo mucho más.
No es que Emmure sean la única banda con una idea muy acotada de lo que puede llegar a ser una canción, pero que no sean capaces de meter algo de gancho o un detalle que le dé personalidad a las composiciones sólo hace peores las cosas. Por nombrar un par de momentos que se salen de la fórmula tan estricta de Emmure, “Ice Man Confessions” y “Flag of the Beast” marcan algunos de los momentos más cercanos al nü metal y al rap metal del álbum, con Palmeri alternando sus rugidos con voces susurradas a lo Jonathan Davis y rapeadas a lo Fred Durst. Que sean la excepción no significa que sean mucho mejores que el resto.
Los que están detrás de los instrumentos no son principiantes en la materia, pero la manera en la que todo lo que ocurre detrás de la voz de Palmeri se mezcla en una única bola de ritmos saltarines es una afrenta al oído.
Francamente no sé qué más decir acerca de este disco: es todo lo genérico que un disco puede ser, sea de metalcore, deathcore o lo que sea. Pueden consultar la reseña que hice en 2014 de Eternal Enemies, porque aplica en cada punto a lo dicho acá, si quieren algo más. Lo único más que puedo decir es que escuchen este disco si quieren un viaje a través de los primeros intentos de ser “jarcor” de un chico de 10 años fanático de Call of Duty, porque si no entonces manténganse lo más alejados posibles.