[Reseña] Kishi – 2018 – «Depois da Meia Noite»

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Kishi son un cuarteto metalero proveniente de Luanda, capital de Angola, en el sur africano. Aunque el heavy metal proveniente del continente negro no sea algo necesariamente nuevo, con grupos como los tunecinos Myrath y los argelinos Devast, ciertamente solemos hablar de experiencias aisladas y casi siempre concentradas en los países más desarrollados, con algunas escenas acá y allá mantenidas a pulmón por los mismos músicos y fanáticos, algo que aplica a Kishi siendo que el cantante, Manel Kavalera, es también productor de recitales en su país.

Llamados a partir de un demonio de dos caras de la mitología angoleña, Kishi se promocionan en su Bandcamp como «la primera banda stoner de Angola», algo que no tengo problema en creer siendo que Metal-Archives me cuenta que las bandas de heavy metal de ese país se cuentan con los dedos de las manos, siendo que es complicado armar casi cualquier propuesta musical en uno de los países más pobres del mundo. Y con eso en mente, su debut «Depois da Meia Noite» sería el primer disco de stoner angoleño, así que podríamos estar enfrente del nacimiento de toda una escena musical.

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Y «stoner» es justamente lo que ofrece «Depois…», al menos en sus características más básicas: guitarras graves, mucho énfasis en el ride en la batería y ritmos para imaginarse yendo por la ruta en un auto retro. Pero es a partir de esa propuesta que el álbum explorar diferentes ideas de lo que podría ser el «stoner», algo que no sé si fue hecho de manera consciente pero que es cómo lo termino interpretando: las canciones en «Depois…» vienen en diferentes variedades, con «Get Stoned» y «Higher» yendo por el lado más rockero del estilo, con «Kishi» y «Balada de um Mwadie» poniendo el énfasis en el costado más pesado, y con la fina «Kianda» metiéndose de lleno en los más lento del stoner doom, dando lugar a mi canción favorita del álbum.

El álbum concluye en apenas 27 minutos y monedas, y ahí hay un punto negativo del álbum: aunque varias veces haya dicho que prefiero los álbumes de duración moderada, el stoner es un estilo donde hay que darle su tiempo a las canciones para desarrollarse, algo contra lo que conspira la duración tan acotada. Hay un par de canciones de menos de tres minutos que siento que hubieran quedado mejor si hubieran estado más trabajadas. También están las dos canciones instrumentales, que no me terminan de convencer porque no entregan nada muy diferente de las canciones cantadas, algo que creo esencial con las canciones instrumentales.

«Depois…» suena más que bien en el aspecto técnico, con la mezcla a cargo de Brad Boatright (quien parece haber trabajado en 75% de los álbumes de heavy metal de los últimos años). La batería a veces suena un poco apagada y el bajo queda un tanto tapado por momentos, pero las guitarras suenan tan cálidas y valvulares como se merece este estilo, y Manel Kalavera es, como dije antes, un cantante con cierta personalidad en su manera de cantar, más aguerrida que de costumbre. Por momentos me recuerdan a Corrosion of Conformity si éstos cantaran en portugués de vez en cuando.

A pesar de las varias falencias del álbum, aplaudo que se haya podido llevar a cabo su creación en un contexto tan adverso, y espero que sea el puntapié inicial para cosas mejores. «Depois…» se puede escuchar en la cuenta de Bandcamp de la banda y descargarse a través del sistema de «pagá lo que quieras», así que es una gran oportunidad para los que sean ultra fanáticos del stoner y/o de encontrar sonidos familiares en tierras extrañas.

Kadavar – 2015 – Berlin

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No sé hasta qué punto Alemania sea conocida por su producción de stoner. Hay mucho de casi todas las otras variedades rockeras y metaleras, pero, sacando a grupos como Colour Haze y Samsara Blues Experiment, el stoner no ha encontrado un reducto tan grande en el país germano. Pero si Suecia llegó a tener una escena respetable de stoner siendo un país totalmente en las antípodas del «ideal desértico» pregonado por el género, cualquier país puede.

Y es así que, directamente desde a ciudad que da nombre a su tercer disco, llega Kadavar, un trío que viene dando vueltas desde el 2010 y que se ha hecho un nombre dentro de la escena del «retro rock setentoso» simplemente con buenas canciones. Claro que lo complementan con una imagen donde la banda pretente que los últimos 35 años de historia nunca ocurrieron, pero lo que de verdad los destaca es su gran habilidad para la composición de canciones de rock valvular.

«Berlin», su nuevo disco, no es ninguna revolución en su sonido, sino que, al contrario, es una reafirmación de la identidad de la banda. Nada de cosas raras ni experimentaciones, sino simple amor por el rock y devoción por el riff. Con un sonido a mitad de camino entre lo retro y lo moderno, sonando cálidos y valvulares pero lejos del lo-fi de casi todos los otros grupos de la movida retro, Kadavar desgranan doce canciones de puro hard rock, que muchas veces suenan más cerca de Led Zeppelin y Black Sabbath con Ozzy que de Kyuss. La estrella del disco, obviamente, es la guitarra del también cantante Christoph «Lupus» Lindemann, crujiente pero de sonido claro y bien definido. Y la gente que lo acompaña no se queda atrás, porque el bajista Simon «Dragon» Bouteloup y el baterista Christoph «Tiger» Bartelt conforman una base titánica, sólida como una roca.

Canciones como «Last Living Dinosaur», «Pale Blue Eyes» y «Circle In My Mind» pueden señalarse como tracks destacados, pero «Berlin» es un disco sin baches, más allá del cover de Nico «Reich der Träume» que suena puede sonar descolgado por sonar tan diferente del resto del álbum.

Aunque se les pueda achacar cierta falta de variantes en su sonido, Kadavar tienen el suficiente talento como para que, por ahora, eso no sea un verdadero bache en su propuesta. Porque a pesar de que los engendros súper complejos y retorcidos sean siempre bienvenidos, de vez en cuando está bueno volver a las raíces y disfrutar de las buenas canciones.

Los Kuro – 2015 – 1 ½

«1 ½», el segundo disco de Los Kuro, llega menos de un año después del debut, y se mantiene dentro de su línea de stoner instrumental, riffero y psicodélico. Claro que mantenerse dentro de esa línea no es algo malo o que pueda llegar a saturar en estos momentos, ya que el stoner instrumental es un nicho del género al que todavía le falta desarrollar las suficientes características propias como para considerarse un verdadero estilo. Es cierto que tenemos a los pioneros Karma To Burn, y hasta otras experiencias nacionales como Poseidótica, pero creo que todavía es un concepto que está en camino de tomar conciencia de si mismo, de sus propias características y hasta de sus propios clichés.

Tanto en el caso de Los Kuro como en el de Poseidótica, las composiciones desechan las voces para buscar una atmósfera casi cinematográfica, algo casi literal en el caso de Los Kuro ya que incluyen samples de películas como «Dracula», «Commando» y «El Día de la Bestia» en sus canciones. Hay momentos psicodélicos, como en «Il Wurdalak»; ultra setentosos, como en los teclados de «Blus»; y momentos que combinan ambas cosas, como en «El Rata». Hasta hay momentos que se alejan completamente del stoner, como en el track oculto y su delicado piano.

Que no se necesiten muchas palabras para describir al nuevo disco de esta banda de Buenos Aires no significa que no haya mucho para decir de ellos. Claramente «1 ½» es un disco que va a agradar a cualquier fan del stoner, y es realmente entretenido sentir el aura cinematográfica, más allá del los samples, que crean las canciones. Aunque con 24 minutos y monedas «1 ½» está más cerca de un EP que un LP, su corta duración le agrega al disfrute, ya que la cantidad de bandas que se van a la mierda con la duración de sus discos termina saturando.

Así que podemos concluir con que «1 ½» es un trabajo muy disfrutable, sobre todo para los fans del género. Pero estoy muy seguro de que la verdadera fortaleza de la banda debe estar en el vivo: sentir tal cantidad de riffs bajados de tono y psicodelia debe ser toda una experiencia para sentir en carne propia.