Sigh tenían un desafío complicado al momento de trabajar en el sucesor de “In Somniphobia” (2012), este último siendo por lejos uno de los discos más importantes de una discografía sumamente envidiable, y encima uno donde la mixtura de estilos y atmósferas de película de terror se había llevado a sus mayores extremos. Teniendo una vara tan alta para superar, ¿cómo se mantiene “Graveward” antes las expectativas? En su mayor parte, el nuevo disco de los japoneses funciona como un sucesor digno de “In Somniphobia”, de menor impacto que su hermano mayor pero sin ser para nada un mal disco. Sin embargo, ciertos aspectos de este nuevo trabajo terminan diluyendo el resultado final.
A lo largo de 10 canciones, Sigh nos pasean a su gusto por su típico universo retorcido de locura “mrbunglera” y experimentación sónica, donde riffs de cierto tinte power y thrash metal pueden convivir con los chillidos del cantante Mirai Kawashima, las voces y arreglos de saxo de su esposa Dr. Mikannibal y teclados de corte “cinematográfico-circense-opulento”. Aunque los famosos cambios entre estilos, ese elemento tan característico del sonido de la banda, no son tan abruptos como en su antecesor. Eso no significa que ello no esté presente, como bien atestigua la locura sónica de “The Molesters Of My Soul” con su experimentación “glitch” y electrónica. Sigh han utilizado estos elementos anteriormente con resultados satisfactorios, y esta no es una excepción.
La producción del disco es el punto se pueden encontrar las mayores falencias de “Graveward”, y es el aspecto que termina ensuciando al disco. Hay momentos donde la maraña de riffs, voces y efectos terminan convirtiéndose en una bola de ruido, y a los instrumentos les falta un toque de fuerza, con la batería sonando como en su propio mundo. Esto, sin lugar a dudas y desde una opinión personal, es una verdadera lástima, considerando la calidad y el talento de los músicos involucrados. A su vez, el sonido termina desperdiciando las participaciones especiales de Sakis Tolis (Rotting Christ), Niklas Kvarforth (Shining), Frédéric Leclercq (Dragonforce), Matt Heafy (Trivium) y Metatron (The Meads of Asphodel).
Más allá de sus claras falencias, “Graveward” es una adición digna a la discografía de la banda nipona, aunque no se lo pueda tomar como uno de sus mejores trabajos, más que nada por esa producción confusa que embarra el sonido y el resultado final. En resumen, este es un buen disco pero la banda está para mucho más.