Wyndwood – 2014 – EP

Una reseña corta para un disco cortito que vengo escuchando hace no mucho.

Wyndwood es el pseudónimo de Bill Magerr, un nativo de la ciudad estadounidense de Filadelfia, con su guitarra como única acompañante, grabó en una habitación estas «canciones tristes que suenan felices», como dice su descripción de Bandcamp.

Justamente, las canciones suenan energéticas pero de letras sentidas y muy personales, con la voz quebrada de Magerr mostrando que incluso estando lejos de ser el mejor cantante del mundo lo que cuenta es la actitud y honestidad. Hablando de honestidad, eso es lo que recubre estas canciones: honestidad. Uno puede sentir que cada palabra cantada por Magerr es tal cual lo que él siente, como si desnudara su alma frente a nosotros los oyentes.

Las cinco canciones de este EP combinan varias influencias sobre su base folk, siendo la más prominente la del emo de los 90’s, aunque también se puede sentir un mínimo de regusto country en «Pits». Suenan como canciones de fogón… un fogón tristón, pero fogón al fin. En resumen, me parecen un muy lindo disco, y espero que Wyndwood saque más canciones, o que incluso se anime a otros horizontes musicales.

Joyce Manor – 2014 – Never Hungover Again

Provenientes de la soleada California, Joyce Manor forman parte de un puñado de bandas emo que han dado que hablar en los últimos años, como  The Hotelier, Cloud Nothings, Pianos Become the Teeth, Touché Amoré, Tigers Jaw y The World Is a Beautiful Place & I Am No Longer Afraid to Die. Sí, ese último es el nombre completo de la banda. Cuando hablamos de «emo», no hablamos de la definición de «emo» que se instaló en el público masivo cuando bandas como My Chemical Romance y 30 Seconds To Mars, sino el que rescata el legado de grupos de los noventas como Sunny Day Real Estate, The Promise Ring, The Get Up Kids y American Football, bandas muy diferentes entre si pero que ayudaron a dar forma al movimiento de bandas emo, con sus canciones de melodías marcadas, sus voces melodramáticas y con ese tono agudo y un poco sucio tan característico, y sus letras, llenas de la angustia adolescente, el sarcasmo y la ironía que provocó tanto amor y odio hasta estas bandas.

Ya aclarado el tema de algunas definiciones, vamos al disco. «Never Hungover Again» es el tercer disco de la banda, y una de las cosas que más llaman la atención a primera vista es su duración: las 10 canciones se extienden a lo largo de escasos 19 minutos, por lo que estaría más cerca de ser un EP que un LP, aunque esto parece ser casi una tradición en el grupo, porque su primer disco homónimo, del 2011, tenía la misma cantidad de canciones en casi la misma cantidad de tiempo, y el álbum siguiente «Of All Things I Will Soon Grow Tired» llevaba el concepto todavía más lejos, con 9 canciones en 13 minutos.

Las canciones son muy melódicas. Algunas, como «Christmas Card», «Falling In Love Again» y «Heated Swimming Pool», son más lentas e intimistas, y otras, como «Victoria», «Heart Tattoo» e «In The Army Now», tiran para el lado más pop punk y cancionero, de ritmos rápidos y estribillos explosivos. Y vaya que Joyce Manor saben armar estribillos. «Schley» me parece la canción menos memorable del disco, aunque no sé si es por mérito propio o por estar entre dos grandes canciones como «Victoria» y «Heart Tattoo». Que sea más lenta y menos melódica que las otras puede sentirse como un corte un poco abrupto con lo que se venía dando en el disco.

Las voces son un poco amateur, pero creo que es lo que se busca en este estilo. No me imagino estas canciones con otro tono que no sea ese del que hablaba antes, agudo y un poco sucio. Pega de manera tan perfecta con la música que pasa a ser parte inseparable de ellas.

Este disco me gustó. Tiene varias grandes canciones y otras no tanto pero que se sostienen en sus estribillos. Ya sea en su versión más intimista o más inmediata y cruda, Joyce Manor saben lo que buscan, tienen un norte bien definido. Comparándolo con sus discos anteriores, «Never Hungover Again» tiene una producción mucho más limpia y menos ruidosa. Puede que quieran buscar un público más amplio o que sea una simple elección estilística, lo que algunos llaman «signo de madurez», pero lo que siente es que es un grupo al que todavía le queda tela para cortar a futuro.