Gravetemple – 2017 – «Impassable Fears» [Reseña]

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Gravetemple nació en 2006 como una contraparte de Burial Chamber Trio, un proyecto al que hace referencia en su nombre. La línea entre ambos es que Burial Chamber tiene a Greg Anderson en guitarra, mientras que en Gravetemple está Stephen O’Malley, compañero de Anderson en Sunn O))), en su lugar. A él se le suman el guitarrista Oren Ambarchi, el baterista Matt Sanders y el cantante Attila Csihar, quien parece que siempre está disponible para participar en cualquier proyecto que se le cruce.

Impassable Fears, segundo álbum de Gravetemple, se compone de tres tracks de entre siete y diez minutos, y tres composiciones ambientales más cortas que sirven como interludios y cierre. Noten que no uso la palabra “canción” para hablar de esas composiciones más largas, y eso es porque es complicado interpretarlas como tales: la densa maraña de distorsión parece más improvisada que otra cosa, y es muy difícil encontrar riffs o estructuras discernibles más allá de un inicio y un final. Por la manera en la que cada parte trasciende hacia la otra, es mejor ver este disco como una sola “canción” dividida en varias partes, hecha para escucharse de una y en orden.

Es obvio que el estilo de Gravetemple se puede relacionar con el de Sunn O))), no sólo por compartir miembros sino también por su énfasis en el ruido y la monotonía. Pero la gran diferencia está en que Gravetemple es mucho más agresivo y denso, con guitarras que llenan cada espacio con acoples y distorsión, y una batería que deja de lado casi cualquier intento de marcar ritmos para hacer el mayor ruido posible, con un sentimiento casi de ritual.

Pero si casi todo el álbum se compone de simples rejuntes de ruidos provocados por músicos que se niegan a usar sus instrumentos de la manera para la que fueron construidos y las voces son completamente inentendibles incluso si uno es capaz de entender inglés o húngaro, ¿cuál es el verdadero valor musical de algo como Gravetemple? Las opiniones son variadas y, en algunos casos, extremas, pero déjenme decirles la mía: de la misma manera que Marcel Duchamp puso un mingitorio en una exhibición para comprobar los límites de lo que se puede llamar “arte”, cosas como Gravetemple, y cualquier intento de música extrema si vamos al caso, están para probar y extender los límites de lo que se puede llamar “música”.

Impassable Fears es una obra difícil, densa, y profundamente experimental, y que escapa a casi cualquier etiqueta de música normal. Tiene sus fallas, como una producción similar a un demo de black metal muy sucia que hace que no se sepa dónde termina y dónde arranca cada instrumento, pero es muy complicado saber hasta qué punto algo es una falla en un álbum donde nada se hace «como se debería». No habría que culpar a nadie si no puede soportar siquiera unos pocos minutos de su contenido y tampoco es que invite a escucharla de nuevo cuando termina, pero casi todo fanático de lo extremo se va a encontrar con una experiencia atrayente a lo largo de sus 35 minutos.

Bethlehem – 2014 – Hexakosioihexekonta-hexaphobia

La última década bien puede considerarse de enorme turbulencia para Bethlehem, la banda liderada por el bajista aleman de origen holandés Jürgen Bartsch. Esos años transcurrieron entre constantes cambios de miembros (un total de cinco cantantes, dos guitarristas y cuatro tecladistas, a lo que se suma la salida en 2011 del baterista Steve Wolz, que estaba en la banda desde 1999) y las críticas tanto a la nueva versión del disco «S.U.I.Z.I.D» de 1998 (con el sueco Niklas Kvarforth regrabando las voces con letras traducidas al inglés desde el alemán original) como al pronunciado cambio de estilo que la banda tuvo con el cambio de siglo, que algunos relacionan con bandas como Rammstein.

«Hexakosioihexekontahexaphobia», término que designa al miedo al número 666, es el primer LP de nuevo material de Bethlehem desde «Mein Weg» de 2004, y muestra a la banda continuando el estilo gótico-industrial-experimental de ese último disco. Del black metal suicida depresivo al que ayudaron a definir y del que se convirtieron en referentes en la década de 1990, sólo quedan las atmósferas oscuras y las letras retorcidas de Bartsch, un tipo un tanto enigmático del que no se sabe si de verdad usa su verdadero nombre o si es un pseudónimo que hace referencia al asesino en serie alemán Jürgen Bartsch (nota del autor: el 11/03/2015, Jürgen Bartsch aclaró que ese es su verdadero nombre, y que cuando era joven le trajo varios problemas, al punto de que lo apodaran «asesino de niños»).

Bien podría ser el mejor disco de la banda desde sus años clásicos. Algunas canciones, como la furiosa «Spontaner Freitod», la lenta pero melódica «Warum wurdest du bloß solch ein Schwein?» y la industrial «Verbracht in Plastiknacht», donde el cantante Guido Meyer de Voltaire (que se fue de la banda al terminar las grabaciones) mete chillidos que recuerdan a las del cantante Rainer Landfermann en «Dictius Te Necare», el segundo de Bethlehem, y, por consiguiente, a los años más furiosos de la banda. Pero esos son sólo pasajes, ya que el resto de las canciones, como «Ich aß gern’ Federn», «Egon Erwin’s Mongo-Mumu» y la extensa «Antlitz eines Teilzeitfreaks» predominan las voces limpias, aunque a veces mezcladas con las podridas, y los ritmos relativamente calmados pero que no abandonan la oscuridad que cubre cada composición de Bethlehem, algo visible hasta en las composiciones más accesibles como la instrumental y casi rockera «Höchst alberner Wichs». Los teclados, programaciones y ritmos mayormente lentos generan atmósferas perfectas con la voz limpia y profunda de Meyer, quien no parece tener problema para adaptarse a cualquier terreno que pise en las canciones.

Aunque sea un disco de una hora y tome una buena cantidad de escuchas, el disco no abruma y deja una buena factura. Si esperabas que en su nuevo disco la banda regresara al black metal, te vas a sentir decepcionado porque la banda sólo tiene ojos para mirar adelante, más allá de algunas composiciones que recuerden a los viejos tiempos. Si sólo esperabas que la banda sacara nuevo disco después tanto tiempo de sequía, sin que importara el estilo, entonces lo más seguro es que te vas a sentir satisfecho con lo mostrado en «Hexakosioihexekontahexaphobia». El disco que, esperemos, signifique un nuevo comienzo para Bethlehem.

(Nota: También puede ser que la banda te chupe un huevo. En ese caso, al menos pegale una escuchada al disco.)